Las llegadas a Europa de subsaharianos sin papeles por la ruta occidental aumentan pese a las penurias del paso por Marruecos
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marruecos, el infierno para miles de inmigrantes
21 julio, 2018
EL CANNABIS, UNO DE LOS PILARES DEL SULTÁN MOHAMED VI
5 marzo, 2015El cannabis uno de los pilares del rey billonario marroquí Mohamed VI, el dilapidador
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Fuente e imágenes: Globedia
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En la lista Forbes el rey Mohamed VI figura desde 2008 entre los 10 hombres más ricos del mundo. La Reina de Inglaterra está bastante después. El cannabis es un producto comercial que contribuye a su inmensa fortuna parte de la cual está en paraísos fiscales
Marruecos, a cien kilómetros de las costas canarias y a catorce de las del sur de España, se ha convertido en las últimas décadas en uno de los productores mundiales de cannabis, junto con Líbano, Afganistán o Nepal. Investigadores de la Universidad de Granada (UGR) han analizado por primera vez las diversas partes de la industria del hachís, desde el origen de su producción en el Rif marroquí hasta que llega al consumidor europeo.
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Ceuta y Melilla, fronterizas con el Reino de Marruecos, se han convertido en grandes hipermercados del tráfico de hachís y de blanqueo del dinero. En los tres últimos años el cultivo y la exportación del hachís marroquí se han duplicado. La incautación de varias toneladas de droga en los últimos tiempos y la desarticulación de importantes redes de blanqueo de capitales en Melilla han puesto de manifiesto la dimensión de una plaga que sigue creciendo, y que tiene como núcleo principal de producción a la región de El Rif.
Desde la llegada al trono de Mohamed VI la producción de hachís en Marruecos creció espectacularmente. La superficie dedicada a las plantaciones ha superado las 100.000 hectáreas, y la producción rebasa las 2.000 toneladas. La desarticulación de un grupo dedicado al tráfico de estupefacientes, con la incautación de dos toneladas y media de hachís, y el descubrimiento de una importante red de blanqueo de dinero con la detención de personalidades marroquíes, han puesto de manifiesto el papel de Marruecos como primer suministrador de cannabis a Europa, y la utilización de España y el Mediterráneo como «puertas abiertas» hacia el viejo continente.
El Rif, región tradicional del cultivo de hachís, es una región montañosa muy accidentada, con alturas medias superiores a los 500 metros. Se extiende en una superficie de 20.000 kilómetros cuadrados y comprende las provincias del norte de Marruecos, Tetuán, Alhucemas, Chauen y Nador. Es precisamente esta región la de mayor densidad demográfica, con 130 habitantes por kilómetro cuadrado, de los que el 80% viven en zonas rurales. En los últimos tres decenios la población ha aumentado un 250 por ciento. La tasa de crecimiento en el Rif es de 3, 6%, y la media de prole por familia se sitúa en 7 hijos.
Una gran cantidad de marroquíes de todo el país se trasladan a la zona norte en el momento de la cosecha de hachís. Las superficies dedicadas al cultivo de la droga aumentan cada año. En 2000, el Ministerio de Agricultura marroquí, bajo la apelación de «cultivos industriales», lo estimaba entre 65.000 y 74.000 hectáreas. Dos años más tarde, las cifras del gabinete de estudios español INYPSA calculaban por cuenta de la UE, una superficie de 79.846 hectáreas. En el año 2010, el propio Ministerio de Agricultura marroquí dio la cifra de 90.000 hectáreas. Un año más tarde, en 2011, superaban las 100.000 hectáreas dedicadas a este cultivo.
El Observatorio Geopolítico de Drogas, con sede en París, cifraba la producción para el exterior entre 1.000 y 1.500 toneladas. Fuentes españolas la estiman en 1.750 toneladas. Hay que tener en cuenta las buenas relaciones entre las monarquías de Madrid y Rabat. Para el ex rey don Juan Carlos, Mohamed era el mejor amigo de España, eso que don Juan Carlos no fuma cannabis.
Y el Departamento de Estado norteamericano la eleva la producción hasta 2.000 toneladas. De cualquier manera las incautaciones de hachís y derivados, procedentes en un 90% del país magrebí según estimaciones de la Interpol, muestran igualmente un aumento regular. La Organización Mundial de Aduanas y la Organización Internacional de Control de Estupefacientes estiman la parte marroquí en las incautaciones realizadas en Europa entre un 70 y un 80%. Por ejemplo, en 2012, de las 693 toneladas de hierba incautadas por los servicios antidroga en Europa, el 89% procedían de Marruecos (600 toneladas). A lo que hay que sumar las incautaciones realizadas en el mismo Marruecos, que al año siguiente por ejemplo fueron de 120 toneladas y doblaron en 2000.
La extensión de las zonas de producción de hachís. Durante los tres años de reinado de Mohamed VI, el cultivo de hachís no sólo no se ha reducido ni parado, sino que ha aumentado en cantidad y superficie. Los organismos internacionales encargados del control de drogas han observado que a las «regiones tradicionales» del Rif central, se han añadido paulatinamente otras zonas. En los años 80 la producción se extendió a la provincia de Chauen. En 2004 los cultivos ya alcanzaban las municipalidades de Mokrisset y Zumi, y más recientemente se han extendido a las provincias de Tetuán al norte, Larache al oeste y Sidi Kacem al sur. Otras fuentes hablan de la extensión de los cultivos a provincias más al sur, Taza, El Yadida, Beni Melall e incluso Agadir. A pesar de las declaraciones de Hassan Amrani, Director de la Agencia para el Desarrollo de las Provincias del Norte, nombrado por Hassan II y mantenido en el cargo por Mohamed VI, según las cuales «el cultivo de cannabis cubre una superficie de 65.000 hectáreas estable desde 1994, y es una actividad en vía de desaparición en Marruecos», la producción de hachís desborda ampliamente el Rif tradicional y ello en detrimento de las zonas de cultivo intensas y de los perímetros irrigados en base a los embalses, muchos de ellos cofinanciados por España.
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La política preconizada por la Unión Europea y aceptada en un principio por el Reino de Marruecos de reconversión de los cultivos de droga en cultivos agrícolas rentables ha sido un auténtico fracaso. El rendimiento anual por hectárea de la producción de cannabis difiere según las fuentes, pero se sitúa entre 4.500 euros y 18.000 euros, llegando incluso a 30.000 euros en condiciones óptimas.
La Universidad de Granada ha dedicado un extenso trabajo que forma parte del libro ‘A cannabis reader: global issues and local experiences’, uno de los estudios más completos sobre el cannabis como droga global.
Es decir que Marruecos sigue, pues, liderando la producción de cannabis en el mundo, un cultivo que hoy los jóvenes en España prefieren al tabaco. Pese a las presiones de la UE y a las prohibiciones y “campañas” del Gobierno para erradicarlo. Y es que el cannabis, viejo pero incómodo conocido, mueve en Maruecos 4.600 millones de euros al año y da de comer a 800.000 personas. Y hace al rey billonario.
Este año, las autoridades marroquíes incautaron una cifra récord de 32, 2 toneladas de resina de cannabis en una sola operación. El informe de Naciones Unidas señala también un descenso en la cantidad de resina incautada en Marruecos: 440.747 kilogramos entre 2005 y 2007 frente a 468.727 entre 2002 y 2004. Según el estudio, Afganistán ocupa el segundo lugar en el mundo, con 440.747 kilogramos durante el mismo periodo de 2005 a 2007. En este último año 2007, del total de cannabis incautado por las autoridades en el mundo, el 4% correspondió a Marruecos.
Aunque este documento indica una reducción teórica de las superficies de cultivo, lo cierto es que su importancia en Marruecos no parece preocupar a los poderes públicos y a los expertos. Más del 21% de la resina de cannabis en circulación en el mundo entre 2005 y 2007 había sido exportado desde Marruecos, mientras que entre 2002 y 2004 sólo era el 17%. Afganistán vuelve a ocupar el segundo lugar con el 9%.
La producción bruta de cannabis en Marruecos se estima en 53.000 toneladas al año, lo que arroja ganancias de millones al año
Las asociaciones locales se muestran escépticas con las cifras contenidas en informe publicado. “Aunque este documento habla de disminución en las zonas de producción de cannabis”, asegura Mohammed Hamouchi, vicepresidente de la Asociación Rifeña de Derechos Humanos, “y de un aumento de las cantidades incautadas, la realidad es que el porcentaje de producción es muy alto y las cifras de este informe están manipuladas.”.
El cultivo de cannabis representa, desde hace muchas décadas, la única fuente de ingresos para las familias pobres del norte de Marruecos, ignoradas desde los tiempos de Hassan II. Unos 800.000 marroquíes viven de este cultivo ilegal que les asegura un ingreso bruto de 3.600 euros por familia al año. Repartido, un salario de hambre.
El cannabis lo venden en bruto los pequeños agricultores a 50 dirhams el kilo, mientras que el precio de venta de la resina de cannabis se ha fijado en 4.000 dirhams el kilo.
Cultivado desde el siglo XV en la zona del Rif central, el cannabis se ha expandido en los últimos 20 años hasta las tierras situadas en la costa atlántica, al noroeste del país.
La producción de hachís está prohibida por ley, pero tolerada por unas autoridades o sea los Gendarmes Reales, que también obtienen su beneficio a favor de Mohamed VI. Pese a las presiones europeas sobre el Gobierno marroquí para erradicar este cultivo.
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España, la puerta abierta para el tráfico de cannabis para consumo propio y de todos los países europeos
La geografía impone sus realidades. Si Marruecos es el segundo productor mundial de resina de hachís (hasta hace pocos años era el primero; en 2006 generó el 22% de toda la producción mundial) y los mayores consumidores de este producto se encuentran en Europa Occidental, la vía más sencilla para transportar la droga es España. Así lo clasifica también la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefaciente, organismo de la ONU.
La superficie de cultivo ha pasado de un máximo de 135.000 hectáreas en la primera década del siglo a 47.000 hectáreas, un tercio. Según algunas encuestas oficiales.
Los autores del informe de fiscalización aseguran que “España es el principal punto de entrada a Europa para la resina de hachís” marroquí. Un 34% de los decomisos de esta droga en 2011 se efectuaron en España, y sólo un 12% en Marruecos. El 90% de las detecciones de cargamentos hechas por los funcionarios marroquíes correspondieron a embarques en camiones y ferries con destino a España. Según datos de la Junta, la cantidad de resina de cannabis incautada en España se redujo a casi la mitad entre 2008 (683 toneladas) y 2012 (326 toneladas).
Parte del hachís se queda en España para consumo de los adictos españoles y el resto, la mayoría, se dirige al norte.
Rutas por tierra y por mar, en vías que atraviesan diversos países y el Sahara occidental, ocupado
La droga también viaja hacia otros puntos. El informe expone que son frecuentes los viajes de lanchas rápidas cargadas de hachís que salen las costas de Argelia con dirección a España y Francia. A Mauritania y a otros países de la región del Sahel llega un tercio de la droga cultivada en Marruecos, sea por mar o por carretera, o atravesando Argelia y el ocupado Sahara Occidental.
Los destinos del hachís marroquí, transportado por diversas rutas, son Bélgica, Holanda, Alemania, Italia, la península arábiga, Egipto, Israel, los Balcanes…
El ministro de Información marroquí, Mustapha El Khalfi, reafirma que su Gobierno “mantiene una lucha implacable contra el tráfico de drogas”. A todas, luces inciertas.
El hachís es un pilar más para la economía marroquí y la estabilidad de su Estado, ya que esta droga mueve 10.000 millones de dólares, un 10% del PIB nacional y los cultivos se encuentran en el Rif (norte del país), una de las zonas más pobres y también más hostiles a Rabat. Pero toca a un puñado de monedas para paliar el hambre.
Este año se producirá un debate en el congreso (?) marroquí, que podría acabar con la petición al Gobierno de legalizar la droga. Todo depende del amo.
Mohamed Boudra, miembro del partido Autenticidad y Modernidad y gobernador de Hoceima-Taounate, ha dicho que “se trata de un sector prometedor de la economía”.
Entre los argumentos a favor se citan el aumento de la recaudación de impuestos para el Estado y la mejora de las condiciones de vida de las decenas de miles de miserables campesinos que se dedican a este cultivo. (¿)
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El cannabis está prohibido en Marruecos, pero menos. Los gendarmes reales miran hacia otro lado o ayudan con su vista gorda al negocio real
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Dos periodistas franceses sin miedo, han desvelado en un libro quién es el delincuente que se sienta el trono
Dos periodistas franceses Son Eric Laurent y Catherine Graciet han escrito sendos libros, ambos bestseller, que tratan sobre el rey de Marruecos Mohamed y su padre Hassan II, así como de sus vecinos. A través de sus conversaciones, la segunda en el libro La régente de Carthage (La regenta de Cartago) desmenuzaba la fortuna, lograda gracias a prácticas corruptas, del dictador tunecino Ben Ali y de su esposa Leila Trabelsi. Juntos, Laurent y Graciet acaban de escribir “Le roi prédateur. Main basse sur le Maroc” (El rey depredador. Apoderarse de Marruecos) que, publicado que se vende en Francia. A lo largo de sus 216 páginas, sus autores desgranan el rápido incremento de la fortuna de Mohamed VI hasta convertirse, en 2008, en el séptimo monarca más rico del mundo, superando a los emires de Qatar y Kuwait. La fórmula es sencilla: “En Marruecos es el pueblo el que, cada día que Dios nos da, enriquece al rey comprándole productos de sus empresas”, que gozan con frecuencia de una situación de monopolio. Fuentes anónimas y algún conocido exbanquero aportan sus testimonios.
En la clasificación especialmente dedicada a los monarcas (por la revista Forbes en 2009, el rey de Marruecos, Mohamed VI, hizo una sorprendente aparición en el séptimo puesto, con una fortuna evaluada en 2.500 millones de dólares. Adelantaba a sus rivales aparentemente poseedores con más riquezas como el emir de Qatar, cuyo subsuelo rebosa de gas y petróleo, o el de Kuwait, cuya fortuna es, según Forbes, seis veces inferior a la del soberano marroquí.
En 2009, la crisis financiera golpeó con fuerza al conjunto de las rentas, incluidas las de los más adinerados. Sin embargo, Mohamed VI, cuya fortuna se duplicó en cinco años, parecía misteriosamente librarse de esta suerte porque Forbes le colocó en cabeza de las personalidades que incrementaron su patrimonio en 2008.
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La monarquía marroquí cuesta al presupuesto del Estado 60 veces más que el Elíseo, la presidencia de la República Francesa
En su informe sobre desarrollo humano elaborado por el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo, que abarca el periodo 2007-2008, Marruecos está en el puesto 126º (sobre 177 Estados). El índice de pobreza del país alcanza el 18, 1%. Peor aún, más de cinco millones de marroquíes viven con 10 dírhams al día, es decir, un poco menos de un euro, y el sueldo mínimo legal no rebasa los 55 dírhams (5 euros) al día.
La clasificación establecida por Forbes solo dejaba entrever púdicamente la amplitud de una fortuna real en verdad muy superior. Y, sobre todo, callaba o ignoraba los métodos puestos en práctica para acumular tal riqueza. Vinculaba la fortuna del rey con el incremento del precio del fosfato, del que Marruecos es uno de los primeros exportadores mundial. Al razonar así se equivocaba de época.
El país reviste toda la apariencia de un sistema económico normal y, desde algunos aspectos, hasta sofisticado: bancos, empresas, sector privado etcétera. Es una realidad de la que hay que hablar en pasado. El sector económico marroquí se asemeja a un pueblo de Potemkin que esconde la depredación real.
El sueldo de Mohamed VI duplica al del presidente de EE UU pese a que el país ocupa el puesto 126º del desarrollo humano
El rey es, desde hace algún tiempo, el primer banquero, asegurador, exportador y agricultor de su país. Controla también el sector agroalimentario, la droga, la distribución comercial y la energía. El enriquecimiento desenfrenado del soberano y de algunas personas a sus servicios puede, sin embargo, tener consecuencias políticas incalculables cuando la población está siendo golpeada de lleno por una crisis que la empobrece y fragiliza a las clases medias.
Una rápida comparación con otras monarquías, empezando por las constitucionales, permite comprender que estamos en las antípodas de cualquier ética democrática. ¿Cabe imaginar a la reina de Inglaterra o al rey de Suecia en la cima de las más importantes entidades financieras, industriales y agrícolas de su país que operan en situación de monopolio sin apenas disimularlo?
Atento a sus intereses, Hassan II siempre se preocupó de que la familia real, empezando por él mismo, disfrute de sustanciales rentas financieras. Omnipresente en el ámbito político, se desinteresaba fundamentalmente de los asuntos económicos. Su heredero sigue siendo un auténtico enigma político: inexistente en la escena internacional, con frecuencia ausente de la escena nacional, nunca ha aceptado ser entrevistado por un periodista marroquí, nunca concedió una conferencia de prensa y parece desinteresarse de la política como de su país. Es, en cambio, hiperactivo a la hora de controlar sus negocios. Parece ver en Marruecos un mercado cautivo sometido a su voluntad.
Esta depredación autárquica pone de manifiesto una sorprendente ceguera respecto a la Historia siempre que ésta se ha puesto en movimiento en el mundo árabe. La denuncia de la corrupción ha estado en el corazón de los eslóganes coreados por los pueblos que acabaron con los regímenes autoritarios de Túnez, Egipto y Libia. Como en la aún reciente Primavera Árabe. Las manifestaciones que se han desarrollado en Marruecos estos últimos tiempos señalan con su nombre a dos íntimos colaboradores del rey (Mounir Majidi, secretario particular de Mohamed VI y Fouad Alí el Himma, amigo de colegio) y estrategas de su manipulación de la economía y de la política del reino.
En un universo tan escrupulosamente codificado y endulzado como el de Marruecos esos ataques apuntan, en realidad, a la persona del soberano porque atacarle frontalmente sería un peligroso sacrilegio.
La renta anual per cápita en Marruecos era en 2009 de 4.950 dólares, la mitad de la de los tunecinos y argelinos. Este país pobre con un Estado débil es, sin embargo, una fuente inagotable de satisfacción para el rey. Al apropiarse de la mayor parte de la economía del país incrementa una fortuna personal ya de por sí inmensa mientras que el modesto presupuesto del Estado se hace cargo de todos sus gastos. Regla número uno: el soberano y su familia no pagan ningún impuesto. Regla número dos: sobre este asunto la opacidad y el silencio son la norma y esta generosísima “cobertura social” otorgada al monarca y a los que se le son cercanos no se discute.
Mohamed VI recibe al mes 40.000 dólares de salario por ser rey (…), es decir, el doble que el presidente norteamericano o que el francés. Las pensiones y salarios reales, que ascienden anualmente a 2, 5 millones de euros, incluyen los dineros girados al hermano del rey así como a sus hermanas y a los príncipes afines. No se sabe ni palabra del desglose de esa partida. Todos los miembros de la familia real ingresan, además, sus emolumentos, abonados por el Estado marroquí, por sus actividades oficiales, en general bastante modestas. La generosidad del contribuyente marroquí, cuya colaboración se solicita, sirve, a su vez, a costear la del rey. Bajo la rúbrica de “subvenciones del rey y de la corte” se otorgan al soberano 31 millones de euros (310 millones de dírhams) para que los redistribuya, según su antojo, como donaciones o subvenciones. Es una cantidad cuya utilización se escapa a cualquier control, aunque se sabe que en tiempos de Hassan II servía, en parte, de fondo de reptiles para asegurarse los favores de algunas personalidades políticas, marroquíes o extranjeras y recompensar, por su fidelidad, a esa extraña tribu francesa de “amigos de Marruecos” compuesta por periodistas, académicos, médicos, abogados, exresponsables de servicios secretos…
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Los gastos de los 12 palacios reales repartidos a través del país, a los que se añaden una treintena de residencias en las que trabajan más de 1.200 personas, también corren por cuenta del Tesoro público, que desembolsa un millón de dólares al día. De esos 12 palacios el actual rey solo utiliza regularmente tres o cuatro y muchos de ellos nunca recibieron su visita. Aun así se les mantiene con el mismo esmero vigilante. Jardineros, limpiadoras, cocineros se apresuran todos ellos como si el rey fuese a aparecer en cualquier instante aunque se sepa que en ese mismo momento se encuentra en la otra punta del país o que viaja al extranjero.
Los asalariados empleados por palacio cuestan cada año unos 70 millones de dólares al presupuesto del Estado. Forman una estructura piramidal que empieza por los más humildes servidores del rey hasta la cúpula compuesta por el gabinete real (300 empleados permanentes), la secretaría particular del rey, el gabinete militar, la biblioteca, el Colegio Real, varias clínicas y el equipo de mantenimiento del mausoleo de Mohamed V en el que están enterrados el primer rey y su sucesor, Hassan II.
El parque automovilístico dispone, por su parte, de un presupuesto de seis millones de euros dedicados a renovar los vehículos utilitarios, y también al mantenimiento de los coches de lujo que pertenecen al soberano. En tiempos de Hassan II el huésped de palacio se sorprendía al descubrir numerosos vehículos Rolls Royce, Cadillac, Bentley y demás modelos de lujo cuidadosamente alineados en los garajes reales. Su sucesor no dudó, por su parte, en fletar un avión militar marroquí para transportar a su Aston Martin DB 7 hasta la sede del fabricante en Inglaterra para que pudiese ser reparado con la mayor rapidez. Él es además un cliente privilegiado de Ferrari, una marca de la que ha comprado numerosos modelos.
Sus caprichos en cuanto a vestimenta tienen también un enorme coste para el presupuesto del Estado: dos millones de euros al año. (…) Se hizo confeccionar, por un sastre londinense, un abrigo de lana cuya factura ascendió a 35.000 libras esterlinas. Un millón de dólares es, por último, la partida para cuidados y alimentos de los animales que viven en palacio.
Otro capítulo costoso en la ley presupuestaria: los desplazamientos al extranjero del rey y de su corte que en 2008 ascendían a 380 millones de dírhams (38 millones de euros). El Boeing de su majestad exhibe un lujo exagerado y ha sido equipado con un dormitorio, un despacho que sirve a la vez de sala de reuniones, aparatos de musculación y un equipo de música estéreo de último grito. Al rey le acompañan además entre 250 y 300 personas que embarcan en un Boeing 747 y dos Boeing 737-400 a los que hay que añadir tres Hercules C-130 para los muebles y el equipaje. En los viajes de tres semanas y 60 horas de vuelos semanales la factura supera los tres millones de dólares. Sus viajes oficiales al extranjero casi siempre se prolongan con unas vacaciones.
Un ingeniero marroquí, Ahmed Bensedik, se ha dedicado a hacer una rápida comparación a partir de datos oficiales. En 2009, el producto nacional bruto de Marruecos ascendía a 90.000 millones de dólares y el de Francia a 2.750.000. Pese a esta diferencia sobrecogedora de riqueza, el presupuesto del palacio real, del que se hace cargo el Estado marroquí, alcanza los 228 millones de euros, mientras que el del Elíseo (presidencia francesa) asciende a 112, 6 millones. La cantidad asignada a Mohamed VI duplica la concedida al presidente de la República Francesa. Esta diferencia, ya de por sí significativa cuando se pone en relación con el Producto Nacional Bruto(PIB) de cada uno de los dos países, pone de relieve que la monarquía marroquí cuesta al presupuesto del Estado 60 veces más que la presidencia francesa.
Se puede hacer otra comparación reveladora, que muestra hasta qué punto el futuro es incierto en un país en el que, según Naciones Unidas, el 51% de la población tiene menos de 25 años. Si se suman los presupuestos de cuatro ministerios —Transportes y Fomento, Juventud y Deportes, Cultura y Vivienda, y Urbanismo— se llega a 2.260 millones de dírhams (226 millones de euros). El resultado de esa suma es inferior al del presupuesto del palacio real.
En 2008 (…), 380 millones de dírhams (38 millones de euros) fueron desembolsados para los desplazamientos del rey dentro y fuera del país. Cuando decide instalarse durante unos días en la capital de una región, la policía y la gendarmería llevan hasta allí a miles de hombres para vigilar la zona. Si el soberano no posee ningún palacio en las cercanías, las más bonitas residencias son requisadas para facilitar su estancia y la de su numeroso séquito formado por consejeros, ministros y demás cortesanos. Convoyes procedentes de Rabat o de Marraquech transportan el mobiliario, la vajilla, las cocinas y también a los cocineros y demás personal de servicio.
Esta aparente bondad real tiene efectos limitados: el entorno del rey, las autoridades de la región tratan ante todo de darle satisfacción, aunque sea haciendo trampa. Tras la inauguración, en el sur, de un flamante hospital, el establecimiento fue cerrado después de la visita del rey. Todavía no se había encargado el material médico y el que se le mostró fue alquilado con tal motivo.
Los amigos más íntimos entre los íntimos son Mohamed Rochdi Chraibi, originario de Ouazazate, en el sur del reino, y Fouad Alí el Himma, que viene de la región de Marraquech. Ambos son hijos de familias modestas y son perfectamente conscientes de la oportunidad que les ha sido bridada. El Himma y Chraibi se comportan como eternos rivales, cuyas disputas verbales acaban, en alguna ocasión, violentamente. (…) Más retorcido y más rápido a la hora de manipular al rey montando oscuras intrigas contra sus rivales, Fouad Alí el Himma logró finalmente imponerse como el más cercano compañero de Mohamed VI (desde que ambos eran alumnos del Colegio Real). Durante el verano de 2011 logró colocar fuera de circuito, es verdad que temporalmente, a un enésimo rival, Mohamed Moatassim, consejero real apreciado y afamado jurista. Fue imprudente y cometió el error de dar rienda libre a su hiel sobre el Partido Autenticidad y Modernidad (PAM) en una línea telefónica interceptada. El PAM fue creado, a partir de cero, por Mohamed VI y lo pilotaba El Himma para hacer frente a los islamistas del Partido de la Justicia y del Desarrollo.
Durante un cursillo de varios años en el Ministerio del Interior, entonces dirigido por Driss Basri, Fouad Alí el Himma se aficionó por la información secreta. No parece que dejase un recuerdo extraordinario a su antiguo mentor que no le quería especialmente y decía de él, cuando ya estaba exiliado en París, que “no era un trabajador asiduo porque prefería irse de juerga con el príncipe heredero” (el futuro rey Mohamed VI).
Tan impopular como Fouad Alí el Himma, y precedido además de la mala reputación de ser un hombre sin escrúpulos, Mounir Majidi, secretario particular de Mohamed VI, gestiona la inmensa fortuna del monarca. A diferencia de su rival, El Himma, Majidi no procede del Colegio Real sino de otra banda igual de importante a ojos del rey: la de su adorado primo Naoufel Osman, fallecido prematuramente por enfermedad en 1992. (…) Mounir Majidi tiembla, sin embargo, de miedo ante el menor cambio de humor del patrón cuyas furias son legendarias. Y no solo a causa de los castigos físicos que de vez en cuando impone Eric Laurent.
Fouad Alí el Himma y el grupo del Colegio Real, Mounir Majidi y la banda de Naoufel… Desde principios de la década pasada los amigos de su majestad acaparan todos los puestos clave del reino, excepto aquellos del área exclusivamente militar.